Reseña Nº 13 sobre la novela Determinación de Pablo
Bigliardi
La literatura puede ser como la
magdalena de Proust o como la galletita de agua de Saer: puede disparar
historias inagotables o puede estancarse en la nada, pasar de largo sin pena ni
olvido. La escritura de Bigliardi pertenece, definitivamente, al primer grupo.
La novela es "un cross a la
mandíbula". Recurrir a una frase de Arlt no es arbitrario: Determinación
tiene de Roberto Arlt esa búsqueda desesperada de respuestas vueltas
escritura, historias… literatura al fin. Imprime en quienes leemos la viva
noción de prepotencia de trabajo (en este caso, prepotencia de escritura). Una
escritura arborescente que avanza, la letra que se abre paso a la fuerza,
a los codazos, que entra con furia, con la convicción del que QUIERE, ante todo
y solamente, contar una historia.
Hay en el texto, también, algo de Salvador Benesdra: en cada acto íntimo,
reflexivo y mental de Diego Lamas, en la sensación de fondo de caldo podrido en
el que todos hervimos lentamente y sin escapatoria, en la aridez de los
paisajes (ya marítimos y castrenses). Allí, en esa suerte de monólogo interior
filosófico del protagonista de la novela, se nos recuerda, página tras página,
el sofocón de la experiencia sin salida.
Un poco muralla kafkiana, que
sin ser laberinto nos genera una encerrona surcada por el mar, el
buque, la General Paz o los tamariscos. En la historia encontramos un
trazado cartográfico de cierto paisaje maldito, anclado en el pasado y, en
tales condiciones, instalado en la memoria para siempre. El doble viaje
que sugiere Determinación -en espacio y en tiempo- propone a los lectores,
amparados en aquel derecho barthesiano de escribir el propio texto, una
conexión con la propia experiencia vital que, a la vez que
resulta ineludible, resignifica la letra a la que se asiste. Los lugares y
los años por los que pasea la narración no pueden resultar indiferentes.
Sin dudas, el tópico de mayor
resonancia de la novela es la inocencia: la edad de la inocencia. La
infancia y la adolescencia. El corte a guillotina entre lo que solíamos ser
y esa suerte de sujetos límbicos en los que nos convierte la pubertad,
signado por cierto acontecimiento que suele cambiarnos para siempre (en
este caso la vida castrense). Corte que duele y decapita, que desorienta,
que angustia, que nos mueve a muchos a leer, a otros a escribir, y a los demás
vaya uno a saber a qué cosas. Que tiene doble proyección: pasado- futuro,
o mejor, recuerdo-destino. Un filo que corta y deja de aquel lado un momento
anhelado de la vida que pasó. Un momento que, por pertenecer al pasado,
queda siempre -y para siempre- con cierto estatus mítico en la
magnifiscencia de un recuerdo transformador de la experiencia. Un destierro
violento de un momento de la vida que parece cada vez más lejos, del que lo
único que queda es una foto, similar -sin duda- a la que recibe el
protagonista durante su instrucción en la ESMA.
En el Prólogo, Beatriz Vignoli aborda cuestiones de riqueza inagotable tales como la épica, el viaje del héroe, la institución castrense y su función represiva en los sujetos, la construcción de determinada memoria generacional. Todos asuntos que atraviesan la lectura e invaden al lector. Como dice Saer: : “Existe siempre durante el acto de leer un momento, intenso y plácido a la vez, en el que la lectura se trasciende a sí misma, y en el que, por distintos caminos, el lector, descubriéndose en lo que lee, abandona el libro y se queda absorto en la parte ignorada de su propio ser que la lectura le ha revelado: desde cualquier punto, próximo o remoto, del tiempo o del espacio, lo escrito llega para avivar la llamita oscura de algo que, sin él saberlo tal vez, ardía ya en el lector”
Escribió para Cuidamos tu cabello peluquería&libros, la brushinista Nadia Isasa
DETERMINACIÓN
Novela. Narrativa
Editorial El Ombú Bonsai, 2013, 400 páginas
Editorial Último Recurso 2016, 430 páginas
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