viernes, 30 de abril de 2021

LLAMADA PERDIDA


Por Pablo Bigliardi

A finales de marzo de 2021, sonó mi teléfono personal, número desconocido pero de característica rosarina. Atendí pese a la desconfianza. Es de uso familiar, amigos y muchos escritores, de hecho tiene un tremendo aviso en información personal en donde les pido que no me hablen de peluquería que ya bastante tengo con diez horas diarias. 

Hola, ¿con quién hablo? del otro lado. Con un peluquero. Ah, ¿y por qué tengo tu número de teléfono? Yo quiero hablar con mi hija. No sé maestro, contesto. Pero por algo tengo que tener este número de teléfono, soy Daniel Briguet, ¿me conocés? Por supuesto que te conozco, loco. ¿Entonces por qué estamos hablando? Yo quiero hablar con mi hija y marqué este número, lo tengo agendado. Sabrá Dios maestro, no tengo ni idea. ¿Pero vos quién sos? Un peluquero… Ya me lo dijiste. ¿Nos conocemos de algún lado? Por algo tengo este número, repitió. Estuve a punto de ser alumno tuyo en la Facultad, pero me fui antes. ¿En qué año? En 1991, contesté. Pero en esa época no existían ni los celulares. Esto es ahora, yo tengo registrado tu número por algo y vos me decís que sos un peluquero. 

Nada más intrascendente que un peluquero y una conversación que no tenía asidero. Siguieron algunas incongruencias más. Entendió que yo lo conocía bien por la forma en que continuamos la charla, pero estaba contrariado por el asunto de la mezcla de teléfonos, ¿quién le habrá pasado mi teléfono a Briguet? Sabrá Dios. Jamás podremos encontrarnos para desentrañarlo.

Daniel Briguet, escritor y periodista, murió el 12 de abril. Descolló como actor en una de las mejores películas argentinas, “El asadito”. Me fui de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales cuando faltaban meses para que yo pudiera ser su alumno.


Nuestro homenaje desde la biblioteca peluqueril. Su libro "Prohibir la noche", editado por HomoSapiens Ediciones, queda a disposición de los lectores que quieran venir a leerlo a Daniel.








viernes, 9 de abril de 2021

LA ÚLTIMA RUBIA NATURAL DE FONDO

 


Reseña Nº 15, sobre el libro de poesía Te quiero abrazar mucho, de Lila Siegrist

 El río Paraná es un 6/34, un rubio oscuro dorado cobrizo. Sus toneladas de arrastre de agua y barro que pasan por Misiones para darle el tono cobrizo, surcan los ecos de un Litoral crudo y húmedo que llega hasta Rosario en un dorado suave. Tonos que sobre una cabellera pueden ondular en colores dorados o igualar al río. Si uno se sienta en la ribera del Parque de España, desde los sonidos del oleaje podrían leerse (u oírse) las estrofas de Te quiero abrazar mucho, último libro de poemas de Lila Siegrist, cuyo arrastre de agua llega hasta Buenos Aires, en donde vivió mientras escribía el libro.


Lila cuenta con un color natural de cabello cercano al 6/34, como si llevara al río flameando en su cabeza. Durante el invierno los adorna con reflejos dorados (como un dorado y no para pescar) a la altura del 9/3, un rubio extra claro que en el verano no le haría falta continuar porque como suele pasar en las rubias que mayormente cuentan con un 6/0 natural de fondo de color, el sol tropical les levantará el tono a la altura de un ocho o nueve.


El río no pierde la intensidad de la nostalgia que pueda producir con su paso. Pese a todo, continúa su movimiento y la autora va dejando el recuerdo en el registro de cada verso como el paso del agua. Todos aquellos lugares a los que en la frecuencia de los días les echaba un vistazo breve, la retina de la memoria intenta atraparlos para que se queden y se alarguen en el tiempo. No habrá un solo poema que se salve de una breve remembranza hacia Rosario, o del río en la acción detenida de una estrofa. Porque la poesía de Lila detiene las imágenes del río para procesarlas en una constante relectura. Por ejemplo, en el poema Corriente adversa: “Arcillas grises y verdes oscuras, plásticas / abundantes manchas anaranjadas de limonita”, se puede ver al verdadero 6/34 en este último verso. La siguiente estrofa: … “Un río no es una antología, una retrospectiva / es un lugar en el que no aparezco. / Pido otra ciudad” … O en el poema Me visitan extranjeros a la sombra, continúa el juego del color: “¿Tierra? / Arena. / Me incendian por rubia”. (al respecto de su cabello que se enciende y resplandece con el sol) … / “Un surubí duerme en mi plato. / Tierra-arena. / Entre los dedos sucede esto. / Colonias recreas, de uno, dos o tres kilómetros. / Marcha serena. / Mirar distancias playas, muy playas. / Bañado raso, hasta cortar la barranca, / y no es costa” …

Desde el poema Congregacional, se puede sentir la angustia por el lugar de origen cuando las inevitables lágrimas fluyeron al ver que su terruño estaba siendo incendiado por manos bursátiles que tiraban los fósforos desde un avión mientras iban contando las hectáreas: “Sombras elongadas agitan mi estadía / he inventado mi autorretrato; y ahí estoy, en las llamas de la isla, / cargándome un monte completo, sucesivo de aguaribayes. / Los carboneros apiñados ahúman la isla, / las llamaradas vencen el agua y secan la tierra…”

Pero Lila continúa con su nostalgia ante la contemporaneidad de los ochentosos. En el poema Autobiografía del espacio, ubicándonos en 1984, veremos con el ojo de lo que fue, qué había pasado en aquel edificio cuando era adolescente, quién era la mujer de Fulano de tal o cómo estaba funcionando la Trova Rosarina, en una enumeración vertiginosa de la velocidad callejera de una época feliz: “En esa torre vivían dos poetas, / dos pintores, / una literata, / una maestra de plástica, /… Descubrimos cómo vivir en departamentos y disfrutar los espacios / comunes, un lujo, el mundo era ese edificio / … Desde el 11 espiábamos con binoculares a los degenerados cojer / en las barrancas del río, cuando el reinado de España todavía no / había civilizado nuestras márgenes”.

Un registro para los que tenemos más de 45 años es el paso del cometa Halley en el año 1986. Los medios lo habían anunciado y miles de personas compraban telescopios para pasar sus noches en las terrazas contemplando como lo hizo (a lo mejor) Lila con su bisabuela. El recuerdo ingresa en la casa y los registros alteran la memoria de la familia. ¿De verdad pasó esto? ¿Por qué dice aquello? El temor a lo autobiográfico podría comprometer a los que vivieron en familia, pero no será un impedimento para la autora porque arremeterá con interrogantes a futuro: … “Mi bisabuela ha visto el Halley dos veces, la segunda vez fue cuando la / invité a mi terraza para que nos alucinemos juntas. / Perihelio de 1986 / Mi hermana no se acuerda y dice que lo invento todo… / ¿Cómo ser otra cosa todo el tiempo mientras somos esto? / ¿Cómo descansar del trabajo de ser otra? / … Quisiera silencio, al menos un par de horas por la noche / más rigor. / Dispersa la interrupción indolente de mis juventudes”.

En buena parte de la obra se puede escuchar a Lila respirar su estrés y a su cuerpo sacudirse mientras come vitel toné y se pinta las uñas de los pies; padecer la burocracia de organismos públicos, o al jefe que le mira los pies como si fuera a desnudarle el alma. Los malos hombres que pasaron por su vida dejando huellas tan mediocres que no llegarán a la maldad. La distancia entre lo que uno podría ser originariamente como persona y las capas sociales que van imponiéndose a lo largo de los años para crear la confusión de la conducta frente a los demás y disimular que se puede ser uno más. La pampa gringa vista desde arriba de un auto surcando la ruta es un acierto de la maquinaria agrícola, el mercado, la venta del grano al mejor postor, el trabajo y el cereal controlado en una cadena tan extrema que la última sobreviviente de la naturaleza es la lluvia a la que habrá que esperar sí o sí.

Es una enumeración tan certera e imparcial que la poesía aflora en cada verso y se define el tono de Lila, en un libro que todo rosarino como primera instancia debería leer, luego los santafesinos o aquellos que vivan cerca de un río y, sin dudas, aquellos que buscan leer poesía de verdad y de paso conocer por estrofas un río tan vasto como la lectura de Te quiero abrazar mucho.

 

 Escribió para cuidamos tu cabello peluquería & libros, Pablo Bigliardi


Lila Siegrist

Te quiero abrazar mucho

Poesía, Editorial Mansalva

Colección Poesía y Ficción Latinoamericana

Buenos Aires, 2020

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