Reseña
Nº 15, sobre el libro de poesía Te quiero
abrazar mucho, de Lila Siegrist
El
río Paraná es un 6/34, un rubio oscuro dorado cobrizo. Sus toneladas de
arrastre de agua y barro que pasan por Misiones para darle el tono cobrizo,
surcan los ecos de un Litoral crudo y húmedo que llega hasta Rosario en un
dorado suave. Tonos que sobre una cabellera pueden ondular en colores dorados o
igualar al río. Si uno se sienta en la ribera del Parque de España, desde los
sonidos del oleaje podrían leerse (u oírse) las estrofas de Te quiero abrazar mucho, último libro de
poemas de Lila Siegrist, cuyo arrastre de agua llega hasta Buenos Aires, en
donde vivió mientras escribía el libro.
Lila
cuenta con un color natural de cabello cercano al 6/34, como si llevara al río
flameando en su cabeza. Durante el invierno los adorna con reflejos dorados
(como un dorado y no para pescar) a la altura del 9/3, un rubio extra claro que
en el verano no le haría falta continuar porque como suele pasar en las rubias
que mayormente cuentan con un 6/0 natural de fondo de color, el sol tropical
les levantará el tono a la altura de un ocho o nueve.
El
río no pierde la intensidad de la nostalgia que pueda producir con su paso.
Pese a todo, continúa su movimiento y la autora va dejando el recuerdo en el
registro de cada verso como el paso del agua. Todos aquellos lugares a los que
en la frecuencia de los días les echaba un vistazo breve, la retina de la
memoria intenta atraparlos para que se queden y se alarguen en el tiempo. No
habrá un solo poema que se salve de una breve remembranza hacia Rosario, o del
río en la acción detenida de una estrofa. Porque la poesía de Lila detiene las
imágenes del río para procesarlas en una constante relectura. Por ejemplo, en el
poema Corriente adversa: “Arcillas
grises y verdes oscuras, plásticas / abundantes manchas anaranjadas de limonita”,
se puede ver al verdadero 6/34 en este último verso. La siguiente estrofa: … “Un
río no es una antología, una retrospectiva / es un lugar en el que no aparezco.
/ Pido otra ciudad” … O en el poema Me
visitan extranjeros a la sombra, continúa el juego del color: “¿Tierra? /
Arena. / Me incendian por rubia”. (al respecto de su cabello que se enciende y resplandece con el sol) … / “Un surubí duerme en mi plato. / Tierra-arena. / Entre los
dedos sucede esto. / Colonias recreas, de uno, dos o tres kilómetros. / Marcha
serena. / Mirar distancias playas, muy playas. / Bañado raso, hasta cortar la
barranca, / y no es costa” …
Desde
el poema Congregacional, se puede
sentir la angustia por el lugar de origen cuando las inevitables lágrimas
fluyeron al ver que su terruño estaba siendo incendiado por manos bursátiles
que tiraban los fósforos desde un avión mientras iban contando las hectáreas: … “Sombras elongadas agitan mi estadía /
he inventado mi autorretrato; y ahí estoy, en las llamas de la isla, /
cargándome un monte completo, sucesivo de aguaribayes. / Los carboneros
apiñados ahúman la isla, / las llamaradas vencen el agua y secan la tierra…”
Pero
Lila continúa con su nostalgia ante la contemporaneidad de los ochentosos. En
el poema Autobiografía del espacio,
ubicándonos en 1984, veremos con el ojo de lo que fue, qué había pasado en
aquel edificio cuando era adolescente, quién era la mujer de Fulano de tal o
cómo estaba funcionando la Trova Rosarina, en una enumeración vertiginosa de la
velocidad callejera de una época feliz: “En esa torre vivían dos poetas, / dos
pintores, / una literata, / una maestra de plástica, /… Descubrimos cómo vivir
en departamentos y disfrutar los espacios / comunes, un lujo, el mundo era ese
edificio / … Desde el 11 espiábamos con binoculares a los degenerados cojer /
en las barrancas del río, cuando el reinado de España todavía no / había
civilizado nuestras márgenes”.
Un
registro para los que tenemos más de 45 años es el paso del cometa Halley en el
año 1986. Los medios lo habían anunciado y miles de personas compraban
telescopios para pasar sus noches en las terrazas contemplando como lo hizo (a
lo mejor) Lila con su bisabuela. El recuerdo ingresa en la casa y los registros
alteran la memoria de la familia. ¿De verdad pasó esto? ¿Por qué dice aquello?
El temor a lo autobiográfico podría comprometer a los que vivieron en familia, pero
no será un impedimento para la autora porque arremeterá con interrogantes a
futuro: … “Mi bisabuela ha visto el Halley dos veces, la segunda vez fue cuando
la / invité a mi terraza para que nos alucinemos juntas. / Perihelio de 1986 /
Mi hermana no se acuerda y dice que lo invento todo… / ¿Cómo ser otra cosa todo
el tiempo mientras somos esto? / ¿Cómo descansar del trabajo de ser otra? / … Quisiera
silencio, al menos un par de horas por la noche / más rigor. / Dispersa la
interrupción indolente de mis juventudes”.
En
buena parte de la obra se puede escuchar a Lila respirar su estrés y a su cuerpo
sacudirse mientras come vitel toné y se pinta las uñas de los pies; padecer la
burocracia de organismos públicos, o al jefe que le mira los pies como si fuera
a desnudarle el alma. Los malos hombres que pasaron por su vida dejando huellas
tan mediocres que no llegarán a la maldad. La distancia entre lo que uno podría
ser originariamente como persona y las capas sociales que van imponiéndose a lo
largo de los años para crear la confusión de la conducta frente a los demás y
disimular que se puede ser uno más. La pampa gringa vista desde arriba de un
auto surcando la ruta es un acierto de la maquinaria agrícola, el mercado, la
venta del grano al mejor postor, el trabajo y el cereal controlado en una
cadena tan extrema que la última sobreviviente de la naturaleza es la lluvia a
la que habrá que esperar sí o sí.
Es
una enumeración tan certera e imparcial que la poesía aflora en cada verso y se
define el tono de Lila, en un libro que todo rosarino como primera instancia
debería leer, luego los santafesinos o aquellos que vivan cerca de un río y,
sin dudas, aquellos que buscan leer poesía de verdad y de paso conocer por
estrofas un río tan vasto como la lectura de Te quiero abrazar mucho.
Escribió para cuidamos tu cabello peluquería & libros, Pablo Bigliardi
Lila Siegrist
Te quiero abrazar mucho
Poesía, Editorial
Mansalva
Colección Poesía y
Ficción Latinoamericana
Buenos Aires, 2020
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